Esta palabra tiene una historia enrevesada. En español -y otros idiomas- se asocia inmediatamente al "Holocausto judío", el genocidio cometido por el régimen nazi no solo contra judíos sino además contra gitanos, comunistas, discapacitados, ... También el término se extiende a cualquier masacre provocada, y de grandes dimensiones (como un "holocausto nuclear", producido por la detonación de bombas atómicas). Pero en su origen griego ολος (holos "todo, completamente") + καιω (kaíoo "quemado") forman una voz aparecida en la 'Biblia de los Setenta' para el "sacrificio ritual de un animal, incinerado para que su humo se eleve hasta Dios". Aunque no hubo durante la Segunda Guerra Mundial una ofrenda a ninguna divinidad, fue un término usado por políticos de países Aliados -quizá con sentido propagandístico- para definir a los crímenes del Tercer Reich, y desde entonces se hizo popular.
"Antes que Holocausto, los judíos prefieren decir Shoá."