Es el temor a los trenes, a viajar en ellos, a sus formaciones, a verlos pasar, ... Este es uno de los casos en que se valora el esfuerzo de médicos y lingüistas por ajustar una etimología imposible (a diferencia de otros como consecotaleofobia, hipopotomonstrosesquipedaliofobia, nomofobia, contreltofobia, transfóbico donde metieron cualquier cosa). Todos sabemos que las fobias tienen nombres de origen griego, y que en la antigua Hélade no existía el ferrocarril, así que al mencionar esta patología el médico psiquiatra Sigmund Freud la llamó en alemán esenbahnangst, por eisenbahn ("ferrocarril") + angst ("miedo"), hasta que alguien tuvo una inspiración y tradujo al griego cada uno de sus componentes. De ese modo quedó como σιδηρος (sideros), que seguramente el griego tomó de alguna otra lengua para "hierro, férreo", δρομος (dromos) para "pista, carril, camino para correr", y φοβος (fovos) que es "miedo, temor". Ver filatelia.
"No sé cómo se siente una siderodromofobia, más bien debo tener una siderodromofilia."