Rey de Tesalia que despreciaba a los dioses, según nos cuenta el poeta Ovidio en el libro VIII de la Metamorfosis, amante del despilfarro y los banquetes. Para arreglar el techo de la sala de los banquetes decidió cortar una encina sagrada dedicada a Deméter, quien disfrazada de sacerdotisa quiso disuadirlo infructuosamente, por lo que ordenó a Némesis y a Limos (el hambre) la venganza de este ultraje. A partir de entonces Erisictón sufrió un hambre insaciable. Después de gastar toda su fortuna vendió a su hija Mestra varias veces. Eresictón solo terminó con su tormento comiéndose a sí mismo,
"El hambre insaciable de Eresictón fue el castigo de Ceres. ¡Cave deos!"