La frase original es "¡manden fruta!", que es lo que se pide a los viajeros para que envíen como encomienda desde donde estén, o lo que piden los mismos viajeros que les manden, a quienes se quedan; todo depende de dónde haya mejores frutas. En realidad es casi una broma, porque en la Argentina del siglo XIX y hasta bien entrado el XX (origen de la frase) había árboles frutales por todas las ciudades, como mucho se puede hablar de mandar cítricos desde el norte, o manzanas desde el sur, pero el envío debía ser rápido, por barco o tren. Las carretas de los viajeros no eran el medio más seguro para llevar comida perecedera. Por lo jocoso de la frase, "mandar fruta" se convirtió pronto en mandar cualquier cosa, que ni siquiera se espera recibir. De allí la acepción moderna, que es decir o hacer algo sobre lo que no se tiene idea, solamente por cumplir con algo o alguien aunque sea en la forma.
"¡Qué manera de mandar fruta con esta definición!."