base, un vértice y cuatro caras (dos laterales, una anterior y una posterior). Su base continúa con la protuberancia y su límite está definido por delante por un surco, el surco bulboprotuberancial. El vértice del bulbo contacta con la médula espinal, denominándose dicha unión cuello del bulbo. Su cara anterior presenta como referencias anatómicas el surco medio anterior, el agujero ciego y las pirámides anteriores, limitadas externamente por el surco preolivar, que se cruzan en la parte más inferior del bulbo dando lugar a la de-cusación de las pirámides. Las caras laterales están formadas por los llamados cordones laterales, que presentan unos engrosamientos en la parte más craneal denominados cuerpos olivares. La cara posterior se divide a su vez en dos porciones: la porción inferior es similar a la médula; la porción superior presenta una depresión ancha, el cuarto ventrículo, así como los pedúnculos inferiores del cerebelo. En el espesor del bulbo se encuentran estructuras nerviosas que comunican el encéfalo con la médula (vías de paso) y estructuras propias del bulbo (núcleos de los cordones posteriores, cuerpo olivar inferior, núcleos accesorios del cuerpo olivar, fibras arciformes y la formación ventricular). Los trastornos que pueden afectar al bulbo pueden ser de tipo degenerativo, vascular, inflamatorio o tumo-ral y se manifestarán como trastornos motores, sensitivos o viscerales. Cabe destacar la presencia de los núcleos que controlan la función cardíaca y respiratoria, cuya lesión es mortal al perderse el control de estas funciones.