esmalte m. Sustancia dura, de aspecto vitreo, que recubre la corona dental.
A diferencia de la dentina, el cemento y la pulpa de un diente, que provienen del mesénquima, el esmalte proviene del ectodermo. El mesénquima crece hacia arriba dentro de la parte cóncava de la capa epitelial, donde se producen fenómenos de inducción. Las células del epitelio que revisten esta capa se transforman en ameloblas-tos y producen el esmalte. Las células mesenquimatosas de la concavidad de la capa vecinas en el desarrollo de los ameloblastos se diferencian produciendo odonto-blastos, y forman capas sucesivas de dentina para sostener el esmalte que las cubre. El esmalte está constituido por una matriz orgánica que posee proteínas e hidratos de carbono, con fosfato cálcico en forma de apatita. Cada célula produce un bastoncillo de esmalte, cuyo corte transversal es similar al del ameloblasto. La calcificación empieza dentro de los túbulos de la matriz del esmalte. Al principio es discreta; a medida que los bastoncillos se alargan, y que toda la matriz se hace más gruesa, continúa la calcificación. Por lo tanto, el contenido mineral aumenta a medida que se va acercando a la unión de dentina-esmalte. Sin embargo, cuando el contenido mineral alcanza aproximadamente el 95 %, se detiene la calcificación; entonces se dice que el esmalte está maduro. El esmalte completamente formado es relativamente inerte; no hay células asociadas con él, porque los ameloblastos degeneran después que han producido todo el esmalte y el diente ha hecho erupción. Por lo tanto, el esmalte es totalmente incapaz de reparación y sufre lesiones por fractura, envejecimiento u otro motivo. Sin embargo, hay cierto intercambio de iones metálicos entre el esmalte y la saliva, pudiéndose producir pequeñas zonas de recalcificación. Este intercambio predomina en la superficie, careciendo de importancia en las zonas más profundas,