f. Proceso inflamatorio que afecta a la encía. Esta inflamación comienza normalmente en la unión de la encía con el diente y se caracteriza por: enrojecimiento, alteración del contorno normal, hemorragia y tumefacción. La gingivitis puede ser aguda o crónica; en segundo caso puede sufrir exacerbaciones y remisiones. El origen o causa desencadenante de la gingivitis suele ser la acción de factores locales, como la acumulación de bacterias, las aberraciones anatómicas, los cálculos, etc. Algunos trastornos que afectan a todo el organismo se manifiestan asimismo como trastornos gingivales; por ejemplo, algunas endocrinopatías, alteraciones en la composición de la sangre, trastornos nutritivos, etc. La clasificación de las gingivitis se ha realizado atendiendo a múltiples aspectos, y así han surgido términos como gingivitis de la gestación o de la pubertad, gingivitis marginal (cuando quedan afectadas las papilas interdentales y los tejidos marginales), gingivitis simple (cuando no se produce un marcado aumento gingival), gingivitis compleja (si se produce una multiplicación anormal de los elementos del tejido de la encía con un marcado aumento de su tamaño), gingivitis traumática (si se produce por traumatismo directo por agentes físicos, fármacos, sustancias químicas, agentes térmicos, etc.). El irritante local que da lugar a gingivitis origina una reacción inflamatoria que queda limitada a los tejidos gingivales que se sitúan alrededor del hueso alveolar. Si se elimina el irritante se logra la recuperación completa de la salud, pero si aparece una inflamación alrededor de la raíz del diente (periodontitis) como secuela de la gingivitis, se produce una pérdida del hueso alveolar, por lo que el diente pierde su apoyo y se mueve; cuando se elimina el irritante en esta fase no se llega a recuperar la normalidad de la zona afecta.