f. Derrame de líquido seroso en una cavidad articular. La hidrartrosis más común es la de la rodilla, que puede ser manifestación previa, principal o única de las artropatías gotosas, blenorrágicas, tuberculosas, sifilíticas, traumáticas, pero sobre todo de la artritis reumatoide; puede aparecer después de infecciones (paludismo, reumatismo, linfogranulomatosis), y presentarse, independientemente de estas etiologías, en forma accesional, intermitente (hidrartrosis intermitente). En esta forma, la hidrartrosis se observa, sobre todo, en muchachas jóvenes, bajo influencias diversas (indigestiones, emociones, trastornos menstruales); el climaterio las hace desaparecer o, al revés, aparecer o exacerbarse. En ocasiones se relaciona con la insuficiencia tiroidea o con un fenómeno alérgico. En cualquier caso, la hidrartrosis intermitente se caracteriza por ataques de derrame articular, seguidos de remisiones que se van repitiendo periódicamente con regularidad casi matemática y que se localizan en general en las rodillas. En la mayoría de casos no es sino una forma de comienzo de la artritis reumatoidea, de la artritis de las vértebras (espondiloartritis) o de la artritis psoriásica. En tales casos, se efectúa el tratamiento que corresponde a cada una de tales afecciones. De todos modos, la hidrartrosis es una afección resistente al tratamiento, especialmente en las formas idiopáticas, en que hay que ir escogiendo por tanteo entre los diversos fármacos habituales: sales de oro, antipalúdicos de síntesis, fenilbutazona, etc. Últimamente se han conseguido algunos excelentes resultados con la sinovectomía química mediante la inyección intraarticular de oro (Au 198) o de un metal muy raro, llamado itrio (Yt), que se encuentra en Suecia.