f. Sensibilidad excesiva del oído para los ruidos ordinarios. El sfndrome de la hiperacusia puede tener interés para el diagnóstico general. A veces es más intensa para los ruidos discretos que para los grandes. El elemento psicógeno es siempre considerable; indicio de ello es que el síndrome suele aparecer de modo selectivo sólo frente a determinados ruidos. Entre las causas principales de hiperacusia se encuentran ciertas lesiones infecciosas o de otro orden del sistema nervioso, tales como la meningitis, sobre todo la tuberculosa, en la que la hiperacusia puede ser un síntoma muy precoz; tumores cerebrales; tétanos (es típica, en ciertos casos, la explosión de los accesos tetánicos por ruidos ligeros, como pisadas, etc.); rabia (el menor ruido se convierte en un sufrimiento espantoso); epilepsia; vértigo; neuralgia facial y parálisis facial; jaqueca; psicastenia y neurosis hipocondríaca, etc. En estos dos últimos estados, la hiperacusia puede ser intensísima, haciendo insoportable la vida del enfermo y de sus familiares. El factor psicógeno es en ellos especialmente claro; los pacientes acuden a recursos extraordinarios para evitar los ruidos molestos (taponamientos de los oídos, reclusión en cuartos insonorizados, etc.). Los ruidos de la vida ciudadana, cada vez más intensos, pueden ocasionar una verdadera neurosis de ruido, en la que ya es difícil separar lo que haya de verdadera hiperacusia de la resonancia puramente psicógena: horror al ruido de los automóviles, de los altavoces, etc. La intoxicación por estricnina y, sobre todo, la de la quinina pueden producir hiperacusia.