Ruborizarse, sonrojarse, sofocarse, abochornarse, avergonzarse, enrojecerse el rostro por un riego sanguíneo mayor del normal. Este fenómeno inconsciente tiene causas síquicas y puede denotar inseguridad, vergüenza, estrés, sentimiento de culpa o de rechazo, temor a no dar la talla ante los demás, lo que frecuentemente sólo es una sensación subjetiva. En algunas personas se cronifica y a veces desemboca en ereutofobia o eritrofobia, un tipo de fobia social, miedo obsesivo e irracional a enrojecer en público, que suele provocar una gran ansiedad. Hay terapias farmacológicas, sicológicas y quirúrgicas.
"El camarero mira alrededor, mira a su interlocutora y nos mira a todos. Luego se pone rojo como un tomate y desaparece de nuestra vista. (La negra majareta. Arturo Pérez-Reverte)"